La República. Según un informe publicado por el diario La República, que accedió en exclusiva a una serie de fotografías que muestran a un grupo de “mochileros” transportando droga desde la selva ayacuchana hasta un anexo en el poblado de Acobamba, en la región del Apurímac, decenas de jóvenes provenientes de las regiones altoandinas son persuadidos para cargar en sus espaldas kilos de pasta básica por senderos que conducen hacia poblados ubicados en Junín, Ayacucho o Apurímac.
Desde fines de 1998, como consecuencia del cambio de estrategia de los traficantes de droga, los caminos de herradura se han convertido en la principal vía para retirar más del 50 por ciento de la droga producida en los valles de los ríos Apurímac y Ene (Vrae).
“Los jóvenes captados puede llevar entre 12 a 15 kilos. Todos portan un arma”, explica un oficial antidrogas consultado. Ellos atraviesan las comunidades de Malvinas, Huayapunku, y luego llegan a la sierra del distrito de Chungui, provincia La Mar. La geografía por donde caminan suele ser inhóspita y hostil, pues los cerros son muy accidentados, con pendientes peligrosas.
Luego de un par de días de camino, llegan a Sonqopa, donde toman sus alimentos y pasan la noche. Desde este punto, ellos pueden tomar hasta tres rutas distintas: por San José de Socos hasta llegar al río Pampas. Por la zona de Pallqas, con destino a Ongoy o por el paraje de Totora cruzando el río Pampas con destino a Ongoy. Tienen como destino final algún anexo de Ocobamba, en Apurímac.
Por la noche, camionetas aguardan la llegada de los “mochileros” para acondicionar la droga y seguir su ruta hacia la costa o la frontera con Bolivia.
Justamente, el 1 de noviembre del 2007 la comisaría de Acobamba fue blanco de un ataque con explosivos en el que murió el oficial a cargo. Extraoficialmente, se supo que el ataque se produjo luego de que la policía de la zona se apoderara de una parte del cargamento de droga reunido días antes con los aportes de droga traída por “mochileros” del Vrae.
El dinero invertido por familias de esa zona en ese cargamento provocó que narcotraficantes y senderistas de la facción de Víctor Palomino Quispe, (c) “José”, planearan dar un golpe a la policía en venganza por la droga incautada.
Las medidas para detener el transporte de la droga se han revelado inútiles debido a la imposibilidad de controlar todas las rutas utilizadas por los mochileros.
Fuentes antidrogas de Huamanga admiten que hay más de 20 rutas en todo el Vrae que son usadas por los transportistas o “mochileros” para sacar la droga que se produce en esa cuenca cocalera.
“Nuestra presencia ha logrado reducir el paso de droga hacia la sierra.Sin embargo, los narcos crean rutas más largas para burlar el control policial”, afirma un policía antidrogas. Según información policial, los jóvenes transportistas de la droga empiezan su recorrido desde los poblados ayacuchanos de San Antonio, Llochegua y Santa Rosa, donde se hallan los principales centros de acopio de la droga producida en el Vrae.
Desde los mismos, salen los “mochileros” tomando diversos senderos que tienen como destino final la periferia de Huanta o Huamanga o Chincheros, en la región de Apurímac. Un joven huamanguino que fue en su pasado reciente un “mochilero” contó a La República que ellos suelen partir de noche protegidos por los “tíos” (senderistas), quienes ofrecen la protección para evitar que sean asaltados en los caminos.
“Como no hay trabajo aceptamos cargar entre 13 y 15 kilos de droga hasta cierto punto pactado previamente, ganando en cada viaje hasta 80 soles por kilo que se carga. “Por seguridad se parte a las 9 o 10 de la noche y tenemos que caminar por las faldas de los cerros, cruzando riachuelos y quebradas por espacio de 3 a 4 días”, dice.
“Al mes se pueden hacer hasta tres viajes, pero corremos el riesgo de ser asaltados. Por eso es que los “tíos” están siempre rondando por toda esa zona”, cuenta el “mochilero en retiro.