El Comercio. Es increíble y sospechoso que se discuta la necesidad de seguir adelante con la erradicación de cocales. Es cierto que el Estado Peruano carece de una política integral y firme contra las drogas. Peor aun, ha carecido, hasta ahora, de una voluntad real de emprender esta compleja y dura batalla. ¡En el Perú se incauta 15 veces menos cocaína y 30 veces menos insumos químicos que en Colombia! Es decir, casi nada.
Tampoco se persigue con eficiencia el lavado de activos ni se captura a firmas nacionales o intermedias. Simplemente no se combate, mientras el narcotráfico sí corrompe, conquista cargos públicos y penetra partidos.
No hay política ni acción antidrogas, a secas. Lo único que existe, debido a la cooperación estadounidense principalmente, es erradicación de cocales y desarrollo alternativo focalizados en San Martín y Ucayali. En San Martín, esas políticas han producido un resultado: los cocales se han reducido de 23 mil hectáreas en 1996 a 400 en el 2009 y han sido sustituidos exitosamente por plantaciones de cacao, café, arroz, palma aceitera y otros productos (Manuel Estela: “Modelo San Martín: perfil básico”) dentro de un plan integral que incluyó inversiones sociales.
Pero para lograr ese resultado extraordinario, para reconvertir 23 mil hectáreas, fue necesario erradicar 50.531 hectáreas a lo largo de 12 años, entre 1997 y 2008. Lo que quiere decir que, luego de erradicar, muchos resembraban. Es cierto. Pero al erradicar aun más que la resiembra, se consiguió el resultado.
Lo que quiere decir que, más bien, hay que erradicar muchas más hectáreas que lo que se hace ahora, junto con desarrollo alternativo. En Colombia se erradicaron 95 mil hectáreas el 2008, diez veces más que en el Perú, y 60 mil el 2009, por ejemplo. Y han logrado bajar el área sembrada de 163 mil hectáreas el 2000 a menos de 60 mil en la actualidad (“Estudio comparativo de la lucha antidroga en Perú y Colombia”, IDEI, PUCP).
Mientras nosotros vamos aumentando cada año, porque erradicamos poco. El que ellos incauten cocaína e insumos químicos en muchísima mayor proporción que nosotros no les permite no erradicar. Por el contrario: cuando ingresan a un área, primero erradican e inmediatamente intervienen con un fuerte programa de desarrollo alternativo. Es lo que hay que hacer en el Perú.
Pero, claro, eso requiere de una voluntad política muy clara que se expresa en recursos bastante mayores y en una determinación firme que no puede hacer concesiones frente a las dirigencias cocaleras. Solo si los cocaleros advierten esa firme decisión, acompañada de un plan efectivo de desarrollo alternativo, aceptarán voluntariamente la eliminación de sus cocales y se convertirán en aliados del programa. De lo contrario, no lo harán jamás, como no lo han hecho hasta ahora.
Aparecen que tienen la solucion a los problemas como que tuvieran la varita magica. El problema ees que no se combate con el narcotrafico y los innsumos quimicos, en Colombia se desarrolla una buena politica contra las drogas y han captado el fin del Estado. Aqui existe mucha corrupcion y nadie le importa su eliminacion, atacan al eslabon mas debil y se meten con los campesinos estamos dominados por la aristocracia Peruana y la derecha a quien le importa una politica de desarrollo agropecuario en las zonas cocaleras a la gente de Lima opina irresponsablemente sin saber como viven los pobres del Peru. Ahora bien quien efiende a los acusados injustamente y presos sindicados colaboradores del Alto Huallaga asta cuando la persecusion de aquellos que solo han defendido a los campesinos y olvidados del Peru. La injusticia provoca resentimiento colectivo.
Ver la entrevista que el periodista Gorriti, quien defiende con claros y objetivos argumentos que, dejan sin sustento, las críticas falaces que hace Jaime De Althaus a las políticas del jefe de DEVIDA: http://idl-reporteros.pe/2011/09/07/erradicacion-en-debate/
Está clarísimo que el gobierno humalista no tiene la voluntad política de combatir el narcotráfico. La erradicación de los cocales es la tarea primordial y fundamental para ello, todo lo demás es secundario, porque los sembríos de coca y los cocaleros constituyen el primer eslabón de la cadena del criminal negocio. Es un gobierno narco, igual que el de Evo Morales. Ahora los cocaleros le pasan la factura a Humala, porque ellos financiaron su campaña electoral.